Curioso don

Todo empezó un día cualquiera. Anita caminaba contenta por la calle, rumbo al parque, cuando se cruzó con un hombre gris y triste. A Anita le encantaban los colores vivos y alegres, por eso le llamó la atención esa extraña y sombría figura. Miró a esos fríos ojos y sin querer de sus labios brotaron tres palabras: “Buenos días, señor”. El hombre dejó sus pensamientos a un lado y volvió a la realidad. Su boca se abrió como una grieta en una pared, lentamente con dificultad, y sonrío. “Buenos días” dijo el hombre. Anita siguió su camino hacia al parque y cuando se giró para observarlo, pudo ver un hombre nuevo, de tímidos colores.

©Elena Llompart

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