A paso de tango
Lento
El tiempo no pasa. Se desplaza de un lado a otro arrastrando
sus pensamientos. Se para. Observa la puerta automática, como se abre y se
cierra. Salen pasajeros con su maleta. Parece como si jugara a adivinar de
donde vienen por su equipaje: ensaimadas, gorros mejicanos, camisetas delatoras…
Ninguno es él.
Lento
La puerta se ha abierto 303 veces. “trescientas
cua-..”. El tiempo se detiene. Le ve. Le
observa. Contiene la respiración. Él todavía no la
ha descubierto entre la multitud. La busca. Ella no se mueve. Se deja encontrar.
Rápido
El corazón le empieza a latir con fuerza, deja que
sus pies se muevan a ese ritmo. Se abren paso ante la multitud, sorteando ramos
de flores, carteles de tour operadores, familias enteras…
Rápido
Sus cuerpos se reconocen con el primer abrazo y
empiezan un dialogo en silencio.
Lento
Les invade una paz indescriptible. Caminan despacio
hacia el aparcamiento, saboreando cada paso. Ella hace sonar sus largos tacones
de aguja.
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